¿Dónde es que tu quieres que te de una mordidita, mami?

-En la cosita. Ésta que se me atoró en la oreja izquierda.¡Esa, Esa! Ahí está.¡Muchas gracias!

No sabía que trepar nogales podía ser tan peligroso. Había sido la fruta que buscaba ya estaba en mi oído interno. Tal vez si hacía más fuerza oponente tragaba por la oreja. Los doctores siempre dicen que está todo conectado. ¿Una nuez podría haber pasado tranquilamente por ese conducto? Bueno, pero si es por los doctores yo tendría que estar inyectándome insulina a cada instante. No siempre su ciencia puede ser tan exacta. ¿Quién me creo para discutir? Alguien que no se vacunó contra la fiebre amarilla; ni el sarampión, ni menos contra la gripe: y está viva. Casi tan sana como una infanta real, a no ser por las 2 caries y otra onda que tengo.

Pero la verdad, hablo medio al pedo porque no siempre pude zafar del consultorio médico, y muchas veces no me quedó otra que ser obediente y visitarle a este personaje, periódicamente encima. A pesar de todo, hoy tengo un feroz pique incrustado en mi dedo gordo del pie derecho. No sé como estoy viva aún.

Y… ¿qué me va a decir Don Guardapolvo impecable? ¿Que no tuve que andar descalza cerca de donde hay vacas? Ya es tarde. El pique crece en el interior de mi cuerpo. Y además, creo que ya hizo varias veces el amor. No sé nomás con quién. ¿O si entran luego en pareja, exclusivamente para aparearse? Así como dos amantes encendidos rumbo a un motel? Guauu que calentura la de ustedes pequeños amigos! No se resisten y entran en cualquier pie a esconderse? ¡Qué llamarada! Lastimosamente, en mi cuerpo no hay condones disponibles como en los resorts love. Felicidades por sus 38 huevitos, pronto nacerán más piquecitos en mi pie. ¡Serán padres!

Voy a tener que acudir a mi abuela, experta en piques y piojos. Después de 17 hijos, 114 nietos y 228 bisnietos, no podía ser menos. Si me voy al dr, tal vez me tenga que apuntar el esófago, de onda nada más. Con la mamá de mi mamá, sólo voy a tener que repetir 8 veces para qué vine, y escuchar una vez más la historia de su maldita primavera, el día que le conoció a mi abuelo, que por cierto era médico y de los buenos diría ella. Al final, siempre termina hablando bien del difunto.
Cuando ella termine, seguro voy a estar libre de la familia de piques con 2 bollos caseros y una porción de mazamorra en el estómago. Sólo me va a quedar agradecer y despedirme 8 veces.
¡Qué buena onda las abuelas! ¡Qué buena onda los piques de la vaca jorobada de mi vecino ciego, ese que escribe por acá cerca. Gracias vaquita por convidarme pique entre otras cosas! ¡Y qué buena onda mi cuerpo por dar nicho de amor a estos insectos!

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